Los niños de la época medieval se entretenían con juguetes, la mayoría artesanales fabricados por sus padres o por ellos mismos con trapos, marfil (en el Egipto), madera o piedras, para imitar objetos y situaciones de la vida real. También era habitual que pequeños y mayores compartieran y compitieran en el mismo juego, como por ejemplo el tiro con arco.
Ballesta de madera para niños; incluye diana y tres flechas. Tamaño: 35×35 cms
Era un juego productivo, ya que los pequeños aprendían a manejar lo que más tarde se convertiría en una herramienta muy utilizada para la caza, sobre todo en zonas áridas o improductivas, donde mantener un ganado era muy costoso; en los bosques, sin embargo, abundaban los jabalíes, los osos, los ciervos, etc. y para su caza se organizaban competiciones, la distracción favorita de los caballeros.
Ballesta lanza-corchos para niños, 61 cms.
Los torneos y las competiciones eran fiestas muy típicas entre los nobles. Junto con el juego de cañas, los torneos, que cumplían una clara función militar, se transformaron en manifestaciones lúdicas controladas, para eliminar la peligrosidad de este tipo de actividades. A los niños se les permitía participar, por supuesto, utilizando sus ballestas o arcos confeccionados con materiales blandos, ligeros con la intención de enseñarles a solventar los conflictos o dificultades que se pudieran presentar durante el juego y, mas tarde, en la vida. Tan valioso es el juego en este sentido que a través de su magia y diversión se aprende a respetar reglas, a ponerse de acuerdo con otros miembros del grupo y conocer el mundo que les rodea.
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