Los amantes de la historia y de la cultura de todos los tiempos, saben que los cascos de diferentes épocas son uno de los objetos más preciados porque a través de ellos se reflejan los rasgos y el sentir de los diferentes pueblos y los valores y valentía de sus guerreros.
Los cascos de época también reflejan el arte, el progreso y las costumbres de diversas civilizaciones. ¿Quién no se sorprende al ver la belleza de un casco griego, de un casco romano, de un casco vikingo, de un casco japonés, de un casco medieval o de un casco de conquistador español?
Sabemos, por ejemplo, que los cascos clásicos de los conquistadores españoles, tienen una cresta metálica que además de proteger tenían la misión de disuadir al enemigo, pues hacían parecer al guerrero español más alto y fornido.
Los cascos de guerreros griegos, espartanos, corintios, que portaban con sus espectaculares penachos y sus características colas.
Y los espectaculares cascos japoneses de guerreros Samuráis con la típica forma de visera en su parte delantera. En la parte superior tenían dientes de hierro para sujetar las plumas de faisán.
Ni qué decir de la gran variedad de modelos de cascos medievales como el capacete, el bacinete, la capelina, el morrión, la barbuta, la celada, el yelmo, etc.
Los cascos romanos brillaron por su bello y elegante diseño y su función de proteger al guerrero en la batalla. Sobre el casco (cassis) lucía una cresta (crista), que cruzaba longitudinal o lateralmente la cabeza.
Los famosos cascos de los vikingos, en la realidad no tenían cuernos. Vikingos y Normandos eran guerreros muy temibles, fuertes, grandes y por razones tácticas no hubiera sido práctico poner cuernos a sus cascos, porque darían al enemigo la oportunidad para agarrarlos y hacerles daño.
Los cascos de los valerosos caballeros templarios con sus famosas cruces frontales son muy conocidos y demuestran que éstos eran guerreros muy disciplinados en lo militar y muy religiosos monjes cristianos.