El cierre es un par de tiras flexibles guarnecidas de dientes que pueden trabarse y destrabarse y se emplea para cerrar prendas de vestir, bolsos y accesorios.
Un broche es una joya que se engancha por un objetivo esencialmente estético sobre las prendas de vestir.
La fíbula es una palabra latina que significa aguja metálica utilizada en la antigüedad para unir o sujetar alguna de las prendas que componían la capa o el vestido, ya que los botones no se desarrollaron hasta muy entrada la Edad Media.
Las más comunes tienen una forma parecida a los modernos imperdibles, ocultándose la aguja por debajo de un disco o de una plaqueta arqueada de oro, plata o bronce.
Una variante de estas fíbulas se llama hispánica porque solo se encuentra en la península ibérica y es propia del arte ibérico. Se distingue por un aro o anillo sobre el cual monta el referido arco metálico formando con él una sola pieza.
Entre las fíbulas griegas, fenicias, celtas, etruscas y romanas que se hallan recogidas en los museos se aprecia una gran variedad de formas y de decoraciones, lo que prueba la gran importancia que daban a este complemento los antiguos para sus trajes.
Lo mismo ocurre entre las ibéricas siendo en ellas muy interesante y frecuente la figura del jinete ibérico sustituyendo al arco antes comentado.
Esta importancia fue mayor aún entre los bizantinos y los visigodos adornando las fíbulas con perlas y colgantes de vidrio como lo reflejan especialmente los mosaicos de dicha época. La palabra latina fibula es el sinónimo del español hebilla.
Tanto en la actualidad como en la antigüedad, los cierres, los broches y las fíbulas son complementos muy apetecidos para realzar la belleza de una capa, un abrigo, un vestido. Los hay de diversas formas y materiales y siempre vienen bien a quien se los ponga, no solo por su utilidad sino por su objetivo decorativo.
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