El pilum y la gladius eran las armas básicas del soldado legionario romano. Consistía en un asta de madera unida por remache a una vara metálica, midiendo aproximadamente dos metros de longitud y unos 900 gramos de peso. Algunos sostienen erróneamente que el pilum estaba hecho para doblarse por la vara metálica.
La punta del pilum era pequeña, delgada y de forma piramidal, cuya estrategia era lanzarlo a unos quince metros de distancia hasta perforar fácilmente un escudo de madera atravesándolo por el agujero y alcanzar el cuerpo del enemigo que se protegía tras el escudo.
El legionario romano, una vez lanzaba el pilum romano, atacaba con la gladius (espada romana) o con el pugio o daga romana a combate cerrado. Lo hacían a la vez y de manera coordinada varios legionarios, cayendo una lluvia de pilums, causando varias bajas antes de atacar frente a frente espada en mano.
El pilum estaba diseñado para ser lanzado con la mano a corta distancia, justo antes del combate cuerpo a cuerpo. Por eso se le llama lanza o arma arrojadiza. Más tarde se le añadió un peso en forma de bola metálica, para aumentar su capacidad de penetración.