El las primeras épocas de la Edad del Bronce las espadas tenían las hojas independientes de las empuñaduras y estaban sujetas por remaches para unirlas. Esta circunstancia les imprimía una gran fragilidad.
En la Edad del Bronce Final y con mayores conocimientos metalúrgicos, ya habían descubierto el bronce, aleación del cobre y el estaño, pudiendo fabricar espadas compuestas de una sola pieza, circunstancia que les confería una mayor resistencia.
El Museo Arqueológico Nacional nos cuenta en su descripción de esta pieza que:
“En cuanto al contexto arqueológico de las espadas, estas aparecen, sobre todo durante el Bronce Final, como hallazgos aislados o como elementos de depósitos metálicos enterrados en el suelo o arrojados al agua sin relación inmediata con las funciones de un hábitat o de una necrópolis. Su deposición se interpreta como un acto público de amortización de un objeto de valor social cuya retirada de la circulación responde a la idea de que ciertos objetos considerados nobles encierran la esencia de su poseedor.
Asimismo, podría simbolizar un rito por el que una familia o linaje reclama su derecho exclusivo a controlar ciertos pasos naturales estratégicos tales como cruces de caminos o cursos de agua. Estos depósitos reflejan, en definitiva, una forma de marcar culturalmente el territorio, propia de grupos en creciente proceso de territorialización”.
- GUARNICIÓN: de bronce fundido a molde y martillado formando una sola pieza junto a la hoja. Pomo en forma de cruz que ayudaba a la sujeción de la mano. Puño fusiforme con varios orificios, algunos unidos por rotura, para sujetar las cachas y que serían de material orgánico, bien de madera o de asta. Pequeña guarda para proteger la mano, también con orificios como continuidad de las cachas del puño y que estarían fabricadas con el mismo material.
- HOJA: de bronce. Recta y corta, con forma de “lengua de carpa”, con un gran nervio central y teórico filo en toda ella hasta la punta, la cual está rota.
Espada Corta de Lengua de Carpa (1150-850 a.C./1150-850 b.C.)
MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL
Fotografía de Verónica Shulmeister Guillén
Autor: Vicente Toledo Momparler (espadólogo)