En el medioevo la cultura de la forja y el trabajo del hierro era uno de los sectores en pleno auge. Tanto en la Edad Media, como en la actualidad, este proceso de fabricación se usa para dar forma a los metales puros y a las aleaciones, mediante el fuego y grandes presiones a golpes de martillo.
Existe el forjado de espadas, cuchillos, dagas, pasando por trabajos relacionados con las tareas agrícolas: ruedas, herraduras para los caballos y otros trabajos decorativos para la ornamentación de castillos y residencias de los nobles y la aristocracia de la época como apliques, antorchas, lámparas de techo, lámparas de pie, soportes para espadas …
En la forja puramente artesanal, el herrero se convierte en artista y su trabajo consiste en dar forma al metal por medio del fuego y del martillo. Por tanto se trata de piezas únicas.
Aunque este tipo de forjado artesanal tiende a desaparecer, para convertirse en un proceso más moderno y refinado, todavía quedan artesanos dedicados a caldear la fragua de sus herrerías para la elaboración de las más bellas y originales piezas.
En la actualidad la forja artesanal es muy cotizada para decorar bodegas rústicas, casas rurales, castillos y otras estancias de arquitectura medieval.
Por ejemplo, las lámparas, apliques y antorchas hechas mano y preparadas con toda la instalación eléctrica …
La forja medieval tiene una durabilidad permanente, debido a la dureza de sus materiales, por lo que también se fabrican piezas de uso cotidiano como las perchas, los candelabros, etc.
Como podéis ver la decoración medieval con forja artesanal resulta ser elegante, sobria y muy original.
Además, da ese toque cultural e histórico a esos lugares, estancias, casas y espacios con mucho encanto.