Lansquenete es el nombre con que se designó a algunos mercenarios alemanes que operaron entre los siglos XV y XVII. Pertenecían a una clase de soldados de infantería que al principio no eran más que unos siervos que hacían la guerra en calidad de peones y servían a los caballeros de palafreneros, sin llevar más armas que una pica. Más tarde ya formaron cuerpos independientes de piqueros, que se distinguían por llevar vistosos uniformes y llegaron a constituir la base de la infantería alemana en la época del Renacimiento. La infantería de lansquenetes peleó también en España al lado de los tercios españoles mientras reinaba la casa de Austria.
Maximiliano I de Habsburgo creó los primeros regimientos de lansquenetes. Pidió a Jorge de Frundsberg, también conocido como el Padre de los Lansquenetes, que le ayudara en su organización. Su flexibilidad es la que les permitía ser utilizados para diversas funciones según las condiciones de la batalla.
Los reclutas debían cumplir unas condiciones para ser aceptados: tener armas propias, un jubón y calzado. La condición de poseer equipo propio, junto al uso masivo de picas, son características rescatadas de la antigua tradición de los hoplitas griegos. El arma por excelencia del lansquenete era una espada corta con dos gavilanes en forma de lazo llamada Katzbalger, que se llevaba además del arma principal. De hecho, la Katzbalger era considerada como el auténtico símbolo de los lansquenetes.
Lo que más caracterizaba a los lansquenetes era su ropaje, en principio similares a las de suizos, y luego más tarde anárquicamente excesivas. El jubón era de tipo acuchillado con mangas abullonadas. La camisa era muy ancha y con aparente desgaste, formada por diferentes capas de tela de distintos colores. El calzón o batanga era ancho, largo y también acuchillado, a veces adornado con ligas de colores. Las calzas eran ligeras y se sujetaban al pie mediante una tira.
En su entrepierna llevaban una prenda que simulaba un pene erecto: la coquilla; símbolo de constante virilidad (utilizado también como monedero). Los zapatos generalmente eran planos. Solían usar una gran boina plana como sombrero, adornada con altas plumas de colores. Su vestimenta les hacía inconfundibles debido a su excesivo colorido.
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