El resurgir de la maza de armas llegó en la Edad Media, a juzgar por algunos monumentos figurativos donde se representan jinetes empuñando dicha arma con formas muy especializadas y completamente metálicas.
Luego se transformó en insignia de ceremonia y símbolo de poder. Tanto los reyes, emperadores, como la alta jerarquía eclesiástica usaban mazas como objeto de representación del poder.
Por ello incluso las Órdenes Militares de la Iglesia usaban mazas en ciertas épocas en lugar de armas de tajo y punza por evitar «sangrar» a sus enemigos, lo que tenían prohibido al ser frailes.
La maza de arma es una variante del mazo. Su forma tradicional en esta época, la denominada Maza de armas, consistía en una sencilla bola o badajo de corazón de bronce o de hierro, con cuchillas, púas o puntas, colocadas en el extremo de un mango metálico o, a veces, unida a una barra con cadena. Sin embargo, en los siglos XV y XVI se fabricó a manera de molinillo crespado, también en hierro.
El propósito de esta arma medieval, era la de contrarrestar los efectos de la espada y se buscaba perforar y golpear al enemigo.
Si bien comenzó como un desarrollo del arma campesina mayal, la maza de cadena o mangual acabó convirtiéndose en un arma especializada para el combate contra armadura de placas y defensas.