La polaina es una prenda de cuero que protege la pierna desde la rodilla hasta el tobillo en el caso de la polaina larga y desde el tobillo hasta el empeine del pie en el caso de la polaina corta. Se abrocha o abotona por la parte lateral exterior que cubre el empeine y el talón del zapato y se sujeta por debajo del pie con una correa; era una prenda que servía de abrigo, de protección del calzado o como toque de distinción.
Las polainas tienen forma tubular y se enganchan al pie, según la necesidad de sujeción, por una cinta, sirga o correa. Según su uso, se utilizan diferentes tipos de cierres: cremallera, botones, hebillas, etc.
Históricamente, en la Edad Media, las polainas fueron prenda de labradores y pastores. Las polainas de cuero han formado parte de diferentes uniformes militares como complemento de la bota.
Las polainas cortas fueron indumentaria típica de los estratos burgueses en el siglo XIX e inicios del siglo XX, en tales casos (cubriendo la bocamanga del pantalón y el empeine del calzado) más que cumplir con la función de abrigo cumplían con una función de adorno simbólico.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, en la Germanía se conocían por el nombre de grullas.