Si miramos a los famosos piratas, ya sean de leyenda o históricos, podemos observar que unos iban muy mal vestidos y otros muy bien ataviados. Debido a sus ataques y asaltos en el mar, era posible que obtuvieran botines muy afortunados, entre los que podrían encontrarse ropa perteneciente a personajes nobles y adinerados que hubieran caído bajo sus ataques.
De este modo, tras un golpe con un gran botín, no era raro ver tripulaciones piratas luciendo joyas, sedas, encajes y vistosos sombreros, no precisamente en el mar, sino cuando desembarcaban en tierra firme para exhibirse y presumir de su gran nivel adquisitivo y como recordatorio de sus acciones en las batallas del mar.
Su ropa en el mar era cómoda, por lo que llevaban camisas ligeras y en caso de mal tiempo, se protegían de las inclemencias con una casaca de lana.
Las piernas las cubrían con unas calzas o pantalones marinos amplios y holgados, para una mayor libertad de movimientos. También llevaban medias largas hasta las rodillas.
Usaban fajines que rodeaban la cintura con varias vueltas, permitiendo guardar en sus pliegues parte de su armamento como pistolas, cuchillos, espadas, etc. Los cinturones de los piratas también les servían para portar sus armas.
Sus zapatos solían ser planos o con un pequeño tacón y se cerraban con una hebilla, aunque también era común ver piratas descalzos mientras realizaban sus tareas en alta mar y cuando no estaban en batalla.
Cubrir los pies ofrecía una importante protección en combate, ya que así se evitaba pisar las astillas y restos puntiagudos de metal que aparecían durante una batalla a bordo de un barco, por lo que usaban las botas.
La cabeza la cubrían con un pañuelo que los protegía del sol y les facilitaba la realización de las tareas a bordo, aunque el uso de sombreros de ala ancha y adornados con plumas y remaches también fueron ampliamente aceptados entre ellos.
Las películas del cine nos muestran a los piratas con patas de palo, garfios y parches en el ojo. Se dice que existía una indemnización para aquellos que perdían miembros a lo largo de los combates, la cual podía ser tanto en dinero como en esclavos, pero quedar lesionado de por vida hacía muy difícil la posibilidad de ser reclutado de nuevo en una tripulación.
Los capitanes de los barcos piratas eran los que hacían una mayor ostentación de riquezas y prendas, pues mientras estuvieran al mando de una embarcación, la mayor parte del botín estaba en su poder y se adjudicaban la mejor vestimenta y joyas.
Cuando estaban en tierra firme solían lucir las joyas, sombreros con plumas de varios colores y chaquetones largos decorados con charreteras, pues en los siglos XVII y XVIII la vestimenta era uno de los elementos diferenciadores entre clases sociales.
La llegada de los europeos al continente americano implicó que descubrieran nuevas especies de animales, convirtiéndolos en bienes codiciados por las élites, generando un gran comercio de simios, loros y ciertos mamíferos con grandes sumas de dinero.
No es de extrañar por tanto, que los piratas codiciasen a estos animales y los atraparan en sus propios hábitats naturales para incluirlos como botín tras haber apresado una embarcación o poblado.
Estos animales eran vendidos a los mercaderes o particulares de los puertos francos, los propios piratas se quedaban con muy pocos, pues les interesaba más el dinero que las mascotas. De ahí el imaginario popular entre piratas y loros al hombro.
Para los piratas, el sombrero era un elemento esencial de su vestimenta. Por ejemplo, tenemos este sombrero Pirata, tipo chistera, fabricado artesanalmente en auténtica piel de la mejor calidad y cosido con doble costura para una gran durabilidad. Indeformable y muy cómodo.
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