Orco hace referencia a numerosos monstruos antropomorfos de la mitología celta, inventados para dar explicación a los hechos de sangre y asaltos acaecidos en los campos y bosques. En español la palabra ha evolucionado como ogro. Su piel suele tener tonos verdosos, son de constitución fuerte. Sus ojos poseen un resplandor rojizo que brilla en la oscuridad. Poseen una mandíbula inferior prominente, siendo frecuente encontrar individuos de la especie con unos grandes colmillos inferiores visibles incluso con la boca cerrada.
El lenguaje de los orcos suele ser muy pobre, basado principalmente en gruñidos y voces profundas. Los orcos no suelen hablar demasiado. Son muy antihigiénicos. Se alimentan de cualquier carne, incluso carne humana o de cualquier enemigo al que derroten. Sus campamentos suelen ser pobres y caóticos. Los orcos tienen poca inteligencia, pero poseen cierta astucia. Son de carácter hosco y odian por encima de todas las cosas a los elfos ya que los hacen culpables de la forma de vida orca. Esta es la razón de que en su mayoría sean diabólicos.
Los elfos son criaturas de la mitología nórdica y germánica. Originalmente se trataba de una deidad menor de la fertilidad y representados como hombres y mujeres jóvenes, de gran belleza, que viven en bosques, cuevas o fuentes. Se consideraban como seres de larga vida o inmortales y con poderes mágicos. En novelas de fantasía y folklore, los elfos son frecuentemente descritos como gente pequeña, con orejas puntiagudas, grandes ojos y personalidades traviesas. Además, en la visión más moderna son imperceptibles y escurridizos.
Los elfos son longevos o inmortales y tienen poderes mágicos, que usan para proteger la naturaleza, en la que seguirán cuando los hombres ya hayan desaparecido. Los elfos se caracterizan principalmente por sus movimientos ágiles y ligeros. Poseen una gran destreza con la magia y una fuerza superior a los humanos, además de una mayor inteligencia y sensatez. Los elfos se han relacionado siempre con la naturaleza y el aprecio que le tienen a ella. Y viven para protegerla. Los elfos son de carácter serio, aunque amable. Son responsables, leales y honrados, ante todo. Como muchos de los seres fantásticos, los elfos piensan que los humanos son una raza inferior, debido a su falta de inteligencia. Aman el juego, la danza y el canto. A menudo pasan la noche entera en rondas infatigables que solo interrumpe el canto del gallo, pues temen la luz del día y la mirada de los humanos. Los elfos son enemigos de los orcos y goblins, y suelen estar permanentemente peleados con los enanos.
Los duendes son criaturas mágicas relacionadas con las hadas que no forman parte de la tradición cristiana. Físicamente, se suele describir a los duendes como personajes de baja estatura (con altura no superior a un metro) y aspecto humanoide. En la mitología de muchas culturas se les supone algún tipo de poder o conocimiento sobrenatural además de una personalidad bromista o maliciosa, por el cual son culpados de todo tipo de daños menores en el entorno doméstico o rural. Según esta definición, serían considerados un tipo de duendes los gnomos y silfos y habitan mundos propios no muy alejados del nuestro, aunque invisibles para nosotros porque nuestros sentidos no son aptos para observarlos. Son seres inter dimensionales y atemporales, viven en comunidades jerarquizadas, son juguetones y tramposos; viven muchos más años que los hombres, pero sin llegar a ser inmortales: 500 años o más, éticamente neutros, inteligentes, y les aterroriza el hierro y el acero.
Siguiendo la terminología de C. S. Lewis, cabría identificarlos con espíritus que, cuando Lucifer se levantó contra Dios, no se pusieron de parte ni de éste ni de Aquel. Dios habría suspendido su sentencia hasta el día del Juicio Final, y mientras tanto estos seres circularían por el orbe infranatural. Algunos habrían caído a la Tierra y por eso habitarían en cuevas o subterráneos. No son exactamente demonios ni ángeles.