Especialmente, de los siglos XIV al XVI, con la consolidación de los reinos europeos, la elaboración del vestido se hizo más suntuoso para las damas cortesanas y miembros de la corte real, con tejidos bordados o brocados. A algunos se les incrustaban piedras preciosas.
En todos los países de Europa se implementa ese lujo en la indumentaria de los cortesanos, especialmente en las damas cuyas mangas anchas y vestidos amplios se adornaban con botoncitos, figurillas, hilos de oro, etc.
Sin duda, el tejido estrella era la seda. Los principales centros productores de tejidos de seda eran, en Italia (Lucca, Florencia, Siena, Génova, Venecia o Milán) y España (Valencia famosa por la seda morisca y en Granada).
La seda reportaba altos beneficios económicos a sus productores y comerciantes. Su uso extendido entre la nobleza se debía a ser el tejido más lujoso de todos, debido a su alto coste, por la brillantez adquirida al ser teñido, convirtiéndose en símbolo de status social y poder económico.
La moda era un pasatiempo de las personas acomodadas, pero también durante el renacimiento llegó a ser preocupación de la próspera Edad Media. Los cortesanos requerían un extenso guardarropas.
Los trabajadores textiles durante el renacimiento adquirieron mayor experiencia, con lo cual los tejidos eran más elaborados y extravagantes. Las sedas que antes eran importadas de Oriente se comenzaron a fabricar en Flandes, donde también se producían brocados, así como también tafetan y terciopelo.
En el norte de Europa se apreciaban de manera especial las prendas confeccionadas con terciopelo. Las pieles, se utilizaban para ribetear.
Alemania, Irlanda y Escocia también producían el mejor lino; en España e Italia se fabricaban terciopelos de alta calidad, damascos, brocados y rasos. Los colores mas utilizados eran los fuertes, como el azul marino, el oro, el rojo, y el negro.
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