España es uno de los países europeos que más riqueza histórica y cultural del medioevo posee, reflejada en sus imponentes castillos medievales y en sus abundantes monasterios cistercienses, todos en buen estado de restauración y conservación. Los españoles se sienten muy orgullosos de su historia y esto explica que sea muy común en nuestro país encontrar varias tradiciones medievales revividas a través de muy variadas fiestas y mercados medievales en toda la geografía española.
La celebración de Bodas Medievales en algunos de los Monasterios del Císter mejor conservados o en otros lugares con encanto como los castillos y casas palaciegas, es una manera original de sellar el enlace matrimonial y de dar el «Sí, quiero». Muchos de estos lugares están rodeados de naturaleza, de tranquilidad, de historia y tienen una decoración muy propicia; todo esto marca la diferencia que nunca olvidarán los novios ni los invitados a ese gran día de la boda.
Hace un tiempo tuve el privilegio de asistir como invitada a la boda medieval de unos amigos. Era la primera vez y tenía muchas espectativas. Lo primero que hice fue elegir mi bello y elegante traje de dama medieval. Al llegar a la boda mi primera grata impresión fue encontrarme con que todos los invitados (hombres, mujeres, niños y niñas) estaban elegantísimos y llevaban también unos trajes medievales realmente bellos, elegantes y confeccionados con las mejores telas y diseños.
Y ni qué decir los novios, parecían sacados de una película de Hollywood. La ceremonia fue preciosa. El lugar era privilegiado, un castillo rodeado de los más bellos jardines, árboles y extensos prados perfectamente cuidados. El colorido era espectacular, puesto que en los jardines dispusieron de varias carpas y jaimas de bellos colores atendidas por mesoneros y mesoneras bien trajeados que no paraban de distribuir los más deliciosos refrescos, cócteles, refrigerios, deliciosos y abundantes aperitivos.
Mientras tanto, en los jardines con vistas espectaculares, los músicos medievales sin descanso tocaban alegres piezas musicales del medioevo con sus instrumentos y trajes de la época que daban un toque de alegría y entusiasmo. La decoración totalmente medieval con candelabros y lámparas de forja, armaduras, escudos medievales, pendones, y estandartes daban un toque muy distinguido y, a la vez, muy divertido.
En cuanto a la comida, después de tanto aperitivo delicioso, se trataba de un verdadero banquete medieval, que era servido en las mesas por los meseros y meseras que hacían muy bien su trabajo y entraban cada vez en fila, con unos preciosos trajes y con mucha alegría caminando al ritmo de las piezas musicales que tocaban los músicos. Todo, absolutamente todo, tenía un toque de originalidad, distinción, elegancia y buen gusto. Un detalle que me llamó la atención es que hasta la distribución de las mesas de los invitados era artística.
Lo mejor de esta boda medieval, a diferencia de tantas bodas «normales» a las que he asistido, es que la diversión no paró ni un minuto en las 8 horas que estuvimos y los invitados éramos agasajados con diferentes shows y actuaciones medievales: saltimbanquis, danza del vientre, luchas medievales con excelentes guerreros que portaban espadas, trovadores, bufones, teatro cómico realizados por excelentes comediantes de obras medievales, hombres que hacían espectáculos con el fuego, juegos y torneos medievales, malavaristas, juglares, magos, cetrería, caballos, etc.
Tanto los novios como los invitados estábamos inmersos en un ambiente muy agradable y divertido, reviviendo tradiciones que se remontan a diez siglos atrás, en pleno Siglo XXI. Y no faltó, por supuesto, una preciosa espada para cortar la tarta de la boda.
VER PRECIOSA ROPA PARA BODAS MEDIEVALES