La cocina medieval se desarrolló entre los siglos V y XVI en Europa, en una época en la que el hambre era común en diversas partes de Europa y en la que su padecimiento era inversamente proporcional al estatus social al que se pertenecía, siendo el alimento considerado un elemento diferenciador de la jerarquía social.
Abundan ideas falsas sobre la cocina medieval que afirman que la gente en la Edad Media comía mal, era ruda y poco refinada en el ámbito culinario, no conocían el arte de comer bien ni la gastronomía. Esto podía ser cierto, dependiendo del estrato social al que se pertenecía.
Los cereales eran la base de la alimentación y además se introdujo el consumo del arroz gracias al incremento del comercio con el Oriente. Los pobres comían avena y cebada, complementando la dieta con las habas y los vegetales en tanto que el trigo estaba al alcance únicamente de los estratos más ricos que se podían permitir el consumo de carne, que era muy costosa.
Las tendencias fijadas por el consumo de los reyes y de su corte seguían siendo influyentes, debido a que el resto de la población deseaba emularlas.
La comida medieval era ingerida principalmente con ayuda de cucharas, sin otro cubierto en la otra mano. Se empleaba el cuchillo en la mesa, pero generalmente no se incluía con el plato ya que se esperaba que cada uno de los comensales llevara uno consigo.
Posteriormente, el cuchillo fue incluido por los hospedadores como signo de distinción a los invitados de alto rango. Antes de la comida se ofrecían a los comensales aguamaniles y paños para lavarse la cara y las manos.
La práctica más habitual era compartir las copas y recipientes donde se bebía, esta práctica era muy común en los banquetes y era considerado un privilegio de gran etiqueta, así como partir el pan o remover en la fuente de carne ubicado en el centro de la mesa para ofrecer un pedazo al comensal vecino.
La naturaleza jerárquica de la sociedad medieval reforzó estas costumbres de etiqueta donde los asistentes de baja posición ayudaban a los de rango superior, los jóvenes a los mayores, los hombres a las mujeres. Generalmente, los banquetes y las comidas colectivas eran considerados masculinos y era poco común llevar a la propia mujer a estas fiestas.
Los códigos sociales hacían difícil para una mujer mantener los estereotipos de permanecer bella, delicada e inmaculada durante el transcurso de una fiesta suntuosa. La mujer del anfitrión comía a menudo en un recinto separado, aunque podía unirse al banquete cuando ya estaba a su final y los negocios ya se habían tratado.
El tenedor no era muy utilizado en la Europa medieval y no se extendió su uso hasta la era moderna. En sus inicios sólo era común su uso en Italia, debido en gran medida a que se empleaba para las pastas. Aun así, hasta el siglo XIV el uso del tenedor no fue común en todas las clases sociales.
Los alimentos se preparaban al fuego en parrillas y hornos, usando recipientes como cacerolas, calderos y sartenes. Las cocinas de los poderosos y nobles estaban en un recinto separado de los palacios y castillos, mientras que los pobres tenían sus cocinas dentro de las misma casa donde habitaban y dormían.