Desde los inicios de la humanidad el hombre ha desarrollado su inteligencia y ha venido progresando para mejorar su calidad de vida. Con la invención del fuego comenzó la historia de la civilización. Especialmente cuando empezó a moldear los metales y a darles forma sirviéndose del fuego, dando inicio a la Edad del Hierro.
Así comenzó la forja antigua porque solo calentando el material y golpeándolo se forma un magma que va agregándose. Con los sucesivos golpes se separa el hierro dulce que se puede modelar y las escorias de impurezas y cenizas.
Fue continuando su progresión de conocimientos en el trabajo del hierro y vio que calentando el herraje en carbón vegetal se producía una progresiva carbonización del material que con el enfriado rápido en agua o en aceite, conseguía unas propiedades de endurecimiento que le hacía útil para utensilios y armas.
A mediados del siglo XIX el británico Henry Bessemer desarrolló un horno o convertidor que podría conseguir fácilmente la fusión del hierro (1.536º C). Comenzó así la producción de fundiciones complejas y comenzó la Revolución Industrial con los laminados en los altos hornos a los que debemos los progresos más actuales de nuestra civilización.
Hoy como en la antigüedad la decoración en herrería y forja ocupa un destacado lugar en nuestra civilización. Toledo, ciudad matriz de Portón Clásico y Forja Noble ha conservado esta antigua tradición de forja toledana en grado de excelencia.
La forja es un proceso de modelado del hierro y otros materiales maleables golpeándolos o troquelándolos después de hacerlos dúctiles mediante aplicación de calor. Las técnicas de forjado son útiles para trabajar el metal porque permiten darle la forma deseada y además mejoran la estructura del mismo, sobre todo porque refinan su tamaño de grano.
El metal forjado es más fuerte y dúctil que el metal fundido y muestra una mayor resistencia a la fatiga y el impacto.
Las aleaciones producidas por los primeros artesanos del hierro (especialmente desde el siglo XIV d.C.) se clasifican en la actualidad como hierro forjado. Después del siglo XIV se aumentó el tamaño de los hornos utilizados para la fundición y se incrementó el tiro para forzar el paso de los gases de combustión por la carga o mezcla de materias primas.
En estos hornos de mayor tamaño el mineral de hierro de la parte superior del horno se reducía a hierro metálico y a continuación absorbía más carbono como resultado de los gases que lo atravesaban. El producto de estos hornos era el llamado arrabio, una aleación que funde a una temperatura menor que el acero o el hierro forjado. El arrabio se refinaba después para fabricar acero.
Actualmente la forja sigue muy vigente, especialmente en la decoración estilo medieval. Tiene tanto éxito esta decoración que continuamente los forjadores del hierro se reinventan creando nuevos modelos y diseños para dar ese toque tan original y exquisito que no puede faltar en nuestras estancias, en nuestras bodegas, en hoteles, castillos, bares, casas campestres y urbanas. Os presentamos nuevos modelos de forja medieval para lámparas, apliques, antorchas, percheros, soportes para espadas, botelleros, etc.
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