El chaleco es una prenda de vestir sin mangas que cubre el torso, tanto de hombres como de mujeres, usado en todos los estamentos sociales desde los campesinos y militares hasta los nobles y religiosos desde el siglo XII.
Es una variación de las sobrevestas y tabardos militares y nobiliarios. Durante el Imperio español se popularizó el chaleco o refuerzo de cuerpo (en las mujeres estaba ya muy extendido su uso y conocidos como justillos o corpiños) y se llevaba generalmente por fuera.
Aunque era también usado por debajo como abrigo o a modo de delantal protector, para dificultar las estocadas de armas como las espadas.
Frecuentemente hecho entonces de cuero u otro almohadillado con rellenos para guardar la prenda del jubón y también como protector.
Más cara y de mejor paño, delicado de hechura o labrado con bordados y otros adornos eran estilos para las clases más pudientes.
Este uso del siglo XVI, pasaría a alterarse con la moda francesa de elaborar chalecos de mejor tela y lujo, que se llevarían desde entonces a la inversa como prenda interior, protegida su hechura por la casaca más larga y amplia que los jubones ajustados de los dos siglos anteriores.
Desde entonces el chaleco ha sido una prenda de vestir bastante usada, tanto como ropa casual como de gala.
En la Edad Media la ropa era hecha en casa. Las familias criaban ovejas y cultivaban lino. Los colores los obtenían de tintes naturales.
En el caso de la nobleza, algunos tejidos eran hechos de hilos de oro o plata y las ropas decoradas con piedras preciosas. Un bonito estilo de la mujer medieval era combinar su chaleco con falda a color en juego con una blusa y la crespina.
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